jueves, 29 de septiembre de 2011

La lectura y Emilio Lledó

Las palabras, el lenguaje. Su mecanismo de reproducción: los libros. Están ahí. Listos para que ojos devoradores se apresten a leerlos, pero, sobre todo, a procurar darles un sentido que es propio e intransferible, es decir, nuestro. De nada sirve leer sino sabemos preguntar de forma crítica a un texto ¿Qué dice? ¿Por qué lo dice? ¿Para qué lo dice? Los libros hay que mancharlos con preguntas. Los textos, cada palabra. Este año, que doy un bachillerato, me doy cuenta de la importancia de la lectura de determinados pensadores o autores, y de cómo esta lectura influyó de manera determinante en la Historia. El "bien común", "la voluntad general". Conceptos de Rousseau que tienen vigencia en nuestros días. ¡¡¡Quién no ha oído de expropiar un campo o un terreno en nombre del interés general para construir una escuela o un hospital!!! Los profesores no estamos para buscar soluciones o respuestas mágicas a las tareas de los alumnos, estamos para que ellos mismos busquen la información, la descubran, la hallen, sin intermediación, simplemente, aprendiendo a pensar por si mismos y fomentando una posición de crítica y cuestionamiento de todo lo que se nos ofrece. Siguiendo a los "maestros de la sospecha": Marx, Nietzsche y Freud, detrás de lo que se nos ofrece como lo real, está la verdad. Escribo este comentario para resaltar la importancia de la lectura en la escuela y, sobre todo, de la crítica textual. Un saludo a todos mis alumnos. A los de ahora, y a aquellos que me "sufristéis" el curso pasado.